Las ***** lesiones

Hay dos clases de lesiones: las que te cabrean mucho y las que literalmente te amargan la existencia.

¡Qué exagerado! Pensarán algunos, especialmente quienes no hacen deporte, quienes no saben lo importante que es en nuestras vidas.

  • «Si no eres un profesional, de esto no vives»
  • «Si es que te tenía que pasar, que el deporte no es tan bueno»

«Ala, vete a paseo» piensas (o respondes directamente)

¿Sabes cómo gestionar mental y anímicamente una lesión? ¿Sabes cómo afrontar de la mejor manera posible estar semanas e incluso meses sin poder entrenar y, ni mucho menos, preparar un objetivo?

Pues si tienes la respuesta, nos la cuentas, pero la buena, la que de verdad ayuda, más allá de la teoría, de los bienintencionados consejos de quienes nos rodean y de las listas que podemos encontrar por internet (incluido este blog).

Yo recuerdo dos lesiones importantes que me amargaron. La primera, cuando mejor estaba en forma en mi vida. Estaba preparando una maratón y volaba; salían los entrenamientos, ritmos, recuperaba bien…me sentía fuerte y poderoso. La iba a liar.

Pero a falta de unos miserables 20 días, cuando tocaba afrontar, con muchas ganas además, la semana más dura de entrenamiento que recordaba haber tenido nunca, tuve que parar en seco. La molestia que llevaba arrastrando desde hacía días se volvió dolor intenso. Una periostitis que me dejó casi 3 meses sin poder correr ni un metro. Pasé de lo más alto al fondo de la desesperación.

Una mierda

La otra hace 4 años, cuando hacía varios que había dejado de lado la competición a tope. Algo hizo clic en mi cabeza y preparé con mucha ilusión la Marató de Barcelona, donde años antes había hecho mi mejor marca. Iba con la intención de hacer una gran carrera, con la ilusión de ganar en mi categoría.

Llegué muy tocado por una tendinitis, más de lo que pensaba. Salí negando lo evidente y en el km 26, junto a la Torre Agbar, me retiré. Fue un palo, un palo gordo: 3 meses para volver a entrenar y alguno más para recuperar la ilusión.

Porque la ilusión es lo que nos mueve.

Al principio de una lesión piensas que es cuestión de días y haces cálculos de lo mucho o poco que vas a perder de forma; luego te dices que mira, que vas a aprovechar para empezar un reto desde cero, que hasta te ha venido bien para resetear (¡y una leche!); luego la incertidumbre de hasta cuándo va a durar esto y finalmente llega un momento en que lo único que quieres es, algún día, volver a hacer deporte.

El primer día que corrí después de la periostitis, un día soleado de junio, hice 4 bloques de 5 minutos muy suaves por hierba. Fue una sensación bestial, con distancia y ritmos ridículos respecto a los que hacía antes, pero el calorcito, el olor a hierba y, sobre todo, vol-ver-a-co-rrer fue, indescriptible.

¿Sabías que los sentimientos y emociones que experimentamos al lesionarnos y sufrir unas duras semanas (incluso meses) sin poder hacer lo que más nos gusta son más intensos y nos afectan en mayor medida que aquellos (totalmente distintos, por supuesto) que tenemos cuando culminamos nuestro gran reto después de meses de duro entrenamiento y sacrificio?

Y, especialmente, algo que os puedo asegurar que he vivido y me parece especialmente triste: una especie de sentimiento de pérdida de identidad, llegas a pensar que ya no eres un deportista.

¡¡Joder!!

Es más fácil gestionar los buenos momentos que los malos; más fácil mecerse en la euforia y la alegría que nos invade al conseguir nuestro reto, que soportar la frustración y rabia frente a la lesión.

Pasas del empoderamiento, la fortaleza y la seguridad a la impotencia, la vulnerabilidad y los temores. Estás cabreado, enfadado, disgustado, frustrado, triste, te sientes solo…vamos, una joya, la mejor de las compañías para quienes te rodean, te quieren y desean lo mejor para ti; para quienes sufren contigo, pero a quienes despiertas un irracional deseo de arrancarte el cráneo en algún momento.

«Aprender a gestionar esos momentos» leemos, sí, ya, pero ¿cómo se hace eso? Ánimos de todo tipo, abrazos, palabras de aliento cargadas de buenas intenciones y deseos:

  • «Tú puedes con eso y mucho más»
  • «Siempre sale el sol»
  • «Volverás más fuerte
  • «Siempre que llueve escampa»

Joder, que llega un momento que estás saturado de oírlas.

Bueno…¿Y cuándo llegan en este post los consejos y la dosis de motivación? Pues no los hay, que ya hemos dicho que al final saturan. Las lesiones son una mierda, punto.

¿A que sí, Cris? ¿ A que sí, Bea, Javi, Arrate, Charlie,…?

Pero se sale, ¿cuándo? cuando sea, cuando toque. Y mientras tanto aquí estamos. Y, sobre todo, recuperarás la ilusión.

Porque la ilusión es lo que nos mueve.

#QueTusExcusasNoTeAlcancen…¡¡¡CORRE!!!

Comments

  1. Victor

    Casi dos años sin correr he estado yo. Se juntó un esguince fuerte con una fascitis plantar cuando ya empezaba a trotar tras el esguince. Y creo que la única opción que queda es joderte y aguantar. Agachar la cabeza y esperar a que pase el chaparron. Intentar hacer otro tipo de deporte, (natación en mi caso), pero conozco a R.B. quien durante los muchos meses que no pudo correr, fue fortaleciéndose, mental y físicamente, y ha vuelto casi más fuerte que cuando se «rompió».
    Las lesiones están ahí, y es una parte más del deporte. Joden, pero se superan…..casi siempre.

    1. Imanol Loizaga

      Lo que habéis pasado, aguantado y superado vosotros es impresionante. Si con unas semanas te desesperas ya, no quiero ni pensar en algo como lo de R. y tú.
      Tal y como dices, aguantar el chaparrón, porque de él no te libra nadie.
      Enormes los dos

  2. Yolan de Sope

    Me he emocionado leyendo tu entrada en el blog sobre las lesiones. Se pasa por una auténtica montaña rusa de emociones. Y las negativas hacen mucho daño, ¡pero mucho! Sientes que la vida ya tiene poco sentido. Que no vales para nada. En algún momento llega la resignación que no ser si esa lo mismo que la aceptación de la realidad. Aunque en el foro interior no quieres creer lo que se te avecina en el futuro. Estar fuera del mundo deportivo que tantas satisfacciones personales te ha dado y donde has conocido a personas tan fabulosas que te traen grandes recuerdos una y otra vez a tu memoria cada vez que los ves de nuevo.

    1. Imanol Loizaga

      Ya me he acordado de ti escribiendo el post…Se piensa mucho, se le dan vueltas a las cosas, te pasan por la cabeza pensamientos que en frío dices «cómo he podido pensar alguna vez eso!»
      Pero es que nos afecta y no sabemos qué hacer, impotencia y rabia.
      Mucho ánimo, Yolan!!!

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