#BackToMarathon (VI): La montaña rusa

Empezamos el entrenamiento para un objetivo importante, no te digo ya una maratón, con ganas, ilusión e impaciencia, totalmente enchufados. Si cualquier día de esos primeros pasara el Katrina por delante de nuestra casa, saldríamos igualmente a entrenar.

Tenemos todo cuidadosamente estudiado, absolutamente todo. En ocasiones me han enseñado plantillas que se han currado de forma autodidacta algunos atletas en las que aparece indicado, hasta el mínimo detalle, ritmos, pulsaciones, duración, etc, del entrenamiento que se va a realizar 4 meses, 2 semanas y 3 días después…

Hay que planificar, ¡¡¡por supuesto!!! Pero también debemos de tener en cuenta los contratiempos ya sea por lesiones o por la difícil conciliación de vida laboral, familiar y personal que comentaba en esta anterior entrada 

Pero hoy quiero compartir eso otro que nos ocurre cuando pasan y pasan las semanas, la ilusión sigue intacta (esperemos), pero a veces nos cuesta salir a entrenar: cumplimos en unos, en otros no, tenemos días mejores y otros de desastre, nos venimos arriba o nos desesperamos, nos visualizamos pulverizando nuestra marca mientras completamos los últimos kms de una tirada larga espectacular, pero también nos frustramos al arrastrarnos una mañana a ritmos que pensábamos más que dominados.

Lo vivo día a día con las personas que preparo a través de sus mensajes y llamadas; en ocasiones te lo dicen de forma directa, en otras, se nota por su forma de escribir o de hablar. Ni soy psicólogo ni pretendo ejercer de ello, pero cuando casi literalmente te cuentan su vida, conoces perfectamente cómo están, qué están pasando y por qué. Además, eso no se cura con la experiencia, los años de entrenamiento y los miles de kilómetros en soledad machacando asfalto.

Eso también me sigue pasando a mi, por supuesto, las dudas siempre forman parte del proceso.

Y que no falten.

No somos máquinas afortunadamente; a través de una buena planificación en la que se tenga en cuenta todas las variables posibles y características personales iremos por el camino correcto, pero no responderemos siempre igual a lo previsto porque no nos podemos programar para, de forma exacta e infalible, cumplir con todo.

Y, sobre todo, lo que más nos diferencia de las máquinas, es que tenemos emociones que juegan caprichosamente con nosotros, elevándonos hasta lo más alto de la montaña rusa donde, desde una posición de privilegio, nos sentimos poderosos, emociones que también son capaces de arrastrarnos seguidamente en una caída que parece no tener límites.

Y todo esto trae como consecuencia, en muchos casos, una auténtica desesperación de los más cercanos, de quienes nos sufren y padecen durante todo ese tiempo, nos aguantan y desean, casi con más ganas que nosotros, que llegue, por fin, el día.

Es difícil controlar todo eso, convencernos de que no podemos ir en una montaña rusa sino en un tren de la bruja en el que habrá sustillos esperándonos detrás de diferentes esquinas. Hay que relativizar, intentar ser más sereno, no caer en el victimismo (¡¡que somos muy exagerados!!)  y ser sinceros con nosotros mismos para ver lo que hemos hecho en conjunto desde que comenzamos, la sólida base que hemos construido y el firme camino que nos queda por recorrer.

#QueTusExcusasNoTeAlcancen…¡¡¡CORRE!!!

 

 

Comments

  1. Venan

    Totalmente compartido Imanol, y en mi experiencia, lo que diferencia a las personas que entrenamos contigo es que estamos preparadas. Ese día la montaña rusa coge velocidad, nos llena de angustia el estómago, nos duele todo, pero sobre todo, estamos preparadas, estamos entrenadas, estamos dispuestas a afrontar cualquier situación con lo que tenemos mayor garantía de éxito, tanto si sale mal como bien, hemos disfrutado de la experiencia de prepararlo y esforzarnos día a día, y allí estaremos, celebrando tu llegada con los objetivos alcanzados o no, pero celebrando el objetivo en sí, hacerlo! #quetusexcusasnotealcancen

Comentar