Amor a (la) distancia

No sabemos si lloraban de alegría o de pena…

Todos tenemos nuestra distancia preferida, aquella con la guardamos una relación muy especial; que es distinta a todas las demás, con la que tuvimos un flechazo el día que nos conocimos o de la que nos enamoramos poco a poco, a base de encontrarnos muchos fines de semana.

Empieza con un encuentro casual, sin programar, que te pilla por sorpresa y te deja pensativo…luego ya son planificados, cuidando con esmero ese rato tan especial del fin de semana.

Hay muchas otras, por supuesto, pero no son como esa.

¿Qué es lo que tiene? No lo podemos describir con palabras, pero sí sabemos que nos hace sentir cómodos y seguros, dichosos y felices, grandes…aunque hay veces en que nos hace sufrir mucho, especialmente cuando le hemos faltado al respeto.

Y nunca hay que faltarle al respeto.

Días, la mayoría, en que todo fluye desde el principio, sintiéndonos a gusto, confiados en nosotros mismos, poderosos, fuertes, nos dan paz… y días en que esa relación es de lo más tortuosa con momentos tensos, malos y hasta críticos en los que incluso nos planteamos acabar con todo, que le damos vueltas…»qué hago yo aquí», «prefiero seguir por mi cuenta solo», «hasta aquí hemos llegado», «con lo tranquilo que estaba yo por mi cuenta»…

Estos dos de arriba no se cansan…

Sí, es cierto, también hemos mirado a otras, echado el ojillo, pero no hemos sucumbido a la tentación porque lo tenemos claro, ESTA, sin duda es la que queremos.

Yo hablo de la MARATÓN, ¿cuál es la tuya?

#QueTusExcusasNoTeAlcancen…¡¡¡CORRE!!!

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